25 de septiembre de 2012

KASUNGU, LILONGWE Y A CASA


De Vwasa salimos bien acompañados, dejamos a Lisa y a George en Mzuzu para que continuaran su viaje y nosotros continuamos hacia Kasungu National Park. Para llegar al parque hay que atravesar un parque forestal impresionante.

 Atravesando South Viphya Forest Reserve

 This is Malawi

El parque está bastante mal señalizado pero llegamos a la entrada y de ahí, 37km por el interior del parque con nuestro coche pasando un poco de miedo basándonos en la noche anterior con el italiano (por un caminito de tierra y en un parque donde hay elefantes, hipopótamos, rinocerontes, leones y leopardos). En este parque la vegetación vuelve a cambiar radicalmente y se convierte muy boscosa así que decidimos no hacer la caminata porque veríamos poco y tampoco pudimos hacer la ruta en coche porque no había quien condujera, nos dio mucha pena. Así que nos asentamos en nuestra cabaña y nos dedicamos a reposar, leer y disfrutar. Durante el día desayunábamos y comíamos en la zona de la terraza y la cena en el interior del restaurante. El resto del tiempo nos lo pasamos en el mirador frente al estanque observando el paisaje y a los hipopótamos.

 Hipopótamos a la vista!!

Un elefante

 Pasando la mañana

Y la tarde

Durante la primera comida nos sorprendieron en el otro lado del estanque una manada de elefantes que no hacían más que aparecer y aparecer cada vez más a refrescarse y jugar, fue precioso.

 Con el 1, 2, 3, 4...

 Jugando con mamá

Poco más hay que decir de Kasungu la verdad, más que felicitar al Lifupa Lodge por su trabajo de cooperación con la comunidad de la zona.

 Restaurante y mirador del Lifupa Lodge

 Panorámica desde el mirador

 Panorámica desde la orilla

Así pasamos dos noches, y llego el día de volver a Lilongwe. La verdad es que la capital del país vuelve a ser muy rural. Nos alojamos en el Mabuya Camp, es del estilo del Mayoka Village en Nkhata Bay pero sin las maravillosas vistas! Pero al menos pudimos descansar, ver un reportaje sobre la selección española de futbol e intentar hacer alguna otra compra. Pero hicimos alguna foto durante el camino.

 Vendedores durante el camino

 El día que nos llovió

 Papayas, tomate, batata...

 Ciclismo, deporte nacional

 Con los niños y los trapos a cuestas

 Madera a cuestas


 Niños llevando niños


Esperamos que este resumen haya gustado, quedarán más cosas que contar y desde luego, muchos viajes más por hacer; pero eso será en otra ocasión. Y hasta entonces, xxx

20 de septiembre de 2012

VWASA MARSH, SIEMPRE TE ENCONTRARÁS IDIOTAS POR EL CAMINO

Cuando dejamos Nkhata Bay tristes, sin mucha gana de ver animales africanos sino más bien seguir reposando sobre hamacas, con la mirada puesta en ese lago cristalino y con la maravillosa compañía que encontramos en Mayoka Village. A esto podemos sumarle el peor momento del viaje, pinchamos una rueda del coche. Afortunadamente aparecieron en la carretera unos paisanos amables para ayudarnos a cambiarla y nos indicaron dónde cambiarla y su precio aproximado, y acertaron. Así como en otros sitios podríamos habernos encontrado con un aumento radical del precio (estafar un poquito al turista), no resultó así. Por arreglar la rueda 800Mk (2’85$, de risa). Una vez arreglada seguimos adelante.
Por fin llegamos a Vwasa Marsh Reserve, el lugar que nos atrajo mientras planeábamos las vacaciones y nos informábamos sobre los lugares y actividades que podíamos hacer. No defraudó. Esta reserva, actualmente gestionada por el gobierno y bastante alicaída, es un lugar en el que se pueden hacer poquitas cosas: descansar, observar, y como única actividad organizada ruta a pie. Las personas que trabajan en la zona del alojamiento  residen además dentro del parque con sus familias. Vwasa está situado en la zona norte de Malawi y termina en la frontera con Zambia (también en un parque natural). Con anterioridad estos dos parques tenían muchos problemas debido a los cazadores furtivos que una vez traspasaban la frontera de un país u otro no podían ser juzgados por sus delitos. Afortunadamente ambos parques han llegado al acuerdo de que pasen o no esa frontera, estos cazadores podrán ser detenidos y juzgados preservando así a los animales de los parques (y el sentido común).
Aquí no acampamos, por primera vez en todo nuestro recorrido malauí. Frente a las cabañas puedes ver un laguito pequeñito (más bien una estanca grande). Encontramos un grupo de 4 alemanes de visita, estaban en la única zona donde se podía estar, el dinning, y a ellos nos unimos. Pasamos un buen rato observando a los hipopótamos que descansaban (porque no hacen otra cosa) plácidamente en el agua y a los elefantes tras ella, las gallinas de guinea y algún impala.

Los elefantes al llegar a Vwasa

 Una de las familias de hipopótamos 
por fin fuera del agua

Monos bebiendo agua



Tan pronto estábamos mirando al agua como por el rabillo del ojo vemos aparecer a dos elefantes a buen paso. Nos quedamos realmente helados, sabíamos que en Vwasa podríamos verlos cerca, pero no nos los esperábamos tan de repente. Así pasamos el resto de la tarde, impresionados. 

Primeros elefantes muy de cerca



En Vwasa no hay electricidad así que a partir de las 6 sólo pudimos escuchar a los animales y admirar el cielo estrellado. Cenamos la comida que llevamos y nos prepararon a la luz de la vela (había 2 para una mesa de 6, así que solo había una que nos alumbraba). Llegaron otros dos alemanes, Lisa y George (era más fácil llamarle George). Ellos sí montaron la tienda junto a una cabaña.

 Atardecer en Vwasa

La noche pasó tranquila y a las 7 de la mañana salimos los 8 para hacer la ruta con nuestro guía. Al igual que en Majete, el guía estaba perfectamente preparado, ofreciéndonos toda la información posible (¡con su nombre en inglés, en chichewa y científico!).  Paseamos, nos mostró árboles, pájaros y una nueva (para nosotros) especie de ciervo, un puku que se había unido a una manada de impalas.

 Vistas desde la cabaña al levantarnos

 Vistas desde el dinning

 Sausage tree (árbol de la salchicha) 
cada fruto pesa 10k

 En su medio habitual

 Puku (más oscuro que los impalas)

¿Era la temporada seca no?

 Huella de un hipopótamo, 4 dedos

 Huella de elefante

 Navegando entre hipopótamos



Cuando íbamos volviendo hacia nuestro punto de inicio, paramos junto a la orilla para ver una familia de hipopótamos que, para variar, descansaban en el agua. Además nos contó una maravillosa historia sobre el por qué de los hipopótamos.
“Los animales de que habitaban la tierra se burlaban de los hipopótamos porque eran animales muy gordos. Entonces los hipopótamos le pidieron a Dios que por favor les dejase quedarse en el agua. Dios se negaba porque decía que se comerían a los peces. Los hipopótamos juraban y juraban que no se los comerían. Pero Dios no se fía y se negaba. Entonces los hipopótamos le prometieron que si les dejaba vivir en el agua se pasarían el día abriendo la boca hacia el cielo para enseñarle que no había peces en su boca y removerían la cola al hacer caca y así la esparciría para demostrarle que no había espinas de pescado en sus restos. Entonces Dios cedió y les permitió estar en el agua”. ¡Graciosa y curiosa cuando menos es!

 Familia de hipopótamos frente al dinning

 Así le enseñan a Dios su promesa

Regresamos al dinning y así como el grupo de alemanes se marchaba, Lisa, George, N y yo comimos y descansamos. Después de eso volvimos al dinning (como ya dije, no había nada más que hacer); y otra vez, mientras admirábamos a los hipopótamos aparecieron, esta vez 3 (dos adultos y otro joven), elefantes a buen paso. Pero aminoraron la marcha en cuanto detectaron nuestro coche junto a la cabaña. Se pararon a mirarlo. Y el joven siguió adelante. Se pararon a 2 metros del dinning (3-4 metros de nosotros) y nos observaron mientras les tirábamos tropecientas fotos. Se adelantaron a la zona de delante (pero a la misma distancia) y con cada click de la cámara nos miraban más. Nos quedamos quietos y en silencio, evitando hacer cualquier movimiento que pudiera hacerles sentirse amenazados. Cuando su curiosidad se sació se marcharon y nos dejaron con el corazón palpitante y una excitación inexplicable. No pudimos hablar de otra cosa en el resto del día.

 
 Aparecieron por un lateral

 Se acercaron mucho 
(éste es el árbol de la siguiente historia)

¡Pero mucho!

 ¡Mucho mucho mucho!
Lamentablemente esta experiencia quedó en segundo plano cuando por la noche llegaron dos señores (de unos cincuenta y tantos), un italiano y un francés. Pero empecemos con la historieta desde el principio. El italiano y el francés llegaron cuando ya había oscurecido y aún así plantaron su tienda junto a otra cabaña (distinta de la de Lisa y George). Durante la cena, como con el resto de turistas, nos estaban contando sus aventuras cuando oímos ruidos a nuestro alrededor. Para saber qué había fuera del dinning había que encender la linterna y enfocar al lugar del que procedían los ruidos. ELEFANTES, una buen grupito. Pero a uno de ellos esta luz no le gustó, se reviró y se dirigió hacia nosotros corriendo, pero como ya dije en la segunda entrada sobre nuestra aventura en Malawi (GO GO GO), no atacan directamente (por suerte!). El elefante hizo todo el repertorio de amenazas (mover las orejas, tirar arena, barritar…) mientras el tonto (se admiten otros calificativos) del italiano seguía flasheándole la linterna a los ojos, hasta el punto en que dejó caer todo su cuerpo sobre el árbol que teníamos cerca. Por fin conseguimos que el italiano dejara la linternita, pero siguió un rato a voces. Una vez que se cayó, el elefante se alejó con su grupo y no regresó. Imagínate que estas en la más absoluta negrura y alguien te enciende y apaga la luz de un flexo enfocado a los ojos, ¿cuál sería tu reacción? Y tú no eres un elefante, no pesas 5 toneladas. En todo nuestro viaje, este incidente fue el peor, el que nos hizo pasar miedo; y todo por la irresponsabilidad de un inconsciente que no sólo se la jugó sino que puso en peligro a las personas que le rodeaban. Después de una cosa así, todos los ruidos de la noche te inquietan (y eso que dormíamos en la cabaña). Si eliminamos esto, más que nada a éste individuo, Vwasa Marsh fue la experiencia más apasionante de todo el recorrido. Con esto no queremos decir que los otros sitios visitados no fueran suficiente, pero esto era salvaje y real.

Panorámica desde el dinning


Solo quedan dos entradas para terminar nuestro recorrido por el paraíso, no te lo pierdas. 

15 de septiembre de 2012

MAYOKA VILLAGE SINÓNIMO DE RELAX


Salir de Cape MaClear fue duro. Bueno, realmente las horas de coche, 7 horitas hasta Nkhata Bay!!! Lo primero nos repartimos el trayecto porque salimos tempranito del Fat Monkeys. Eso sí, el único tramo que conduje yo, encontramos por el camino que estaban haciendo prácticas militares. Vaya nervios, hay que tener en cuenta que conducir por África no suele ser igual que conducir por la selva madrileña (pese a que en Malawi se conduce bastante bien) y además hay que añadirle que se conduce al revés que España.


Llegamos bien a Nkhata Bay pero tarde, la cocina del Mayoka Village ya estaba cerrada. Afortunadamente la atención en el Mayoka Village es excelente y nos hicieron de comer, como todos los días muy bien. En principio esperábamos otra cosa; playa de arena blanca, pero no era un lateral rocoso del lago, la zona norte. N, tan valiente como siempre, decidió darse un baño en el lago después de plantar la tienda donde posteriormente dormiríamos.

Aquí plantamos la tienda y con esto 
amanecimos 3 días

El Mayoka Village está situado y construido en una colina en la zona norte del Lago Malawi, adaptando las escaleras a las piedras para llegar a los distintos niveles, con espacios de donde hay casas de piedra, zonas de acampada, hamacas y tumbonas a las orillas del lago, plataforma en el lago en la que reposar, baños con la parte superior abierta (lo dicho, yo quiero uno para mí casa) y una gran zona bar-restaurante-zona de distracciones varias. Ofrecen de forma gratuita gafas y tubo de snorkel, kayaks y el barco tradicional (dugout) y un circuito de día completo en barco para otras tantas actividades. Lamentablemente no estábamos un martes. Además organizan varias actividades con Chimango Tours (una compañía local). Tienen huerto propio, así que las verduras eran de primerísima calidad (la menta estaba plantada junto a nuestra tienda, espectacular el olor). Desayuno y comida corre de tu cuenta y de cena podías elegir del bufet del día (1400Mk = 5$), pero hay que pedirlo antes y se sirve a las 6:30. El primer día no sabíamos esto, pero aún así pudimos comer del bufet: pescadito del día, con verduritas asadito todo (riquísimo). Después de cenar (y como cada sábado) se organizó un torneo de billar en el que para participar hay que poner 200Mk (0.71$). N cayó en la primera vuelta, pero fue divertido. Durante la noche hubo música hasta muy tarde y es que había un festival de música en Nhkata Bay, más que la música, fueron molestos los perros que decidieron hacernos compañía durante la noche. Pero desayunar como los campeones (Farmhouse breakfast = 2 huevos + 2 tostadas + baked beens + salchicha + beicon + papas + zumito) en esa terraza con esas vistas… (me repito, lo sé, pero tenían que estar ahí).
Desayunar y cenar con semejantes vistas...

Entonces pedimos el equipo para bucear y nos fuimos bordeando la costa a una playita de arena a unos 500m.

Bordeando el Mayoka para llegar a la playa

Arena blanca y solitaria, pero al ir nadando no tenemos fotos que certifiquen lo que vimos. Un ratito al sol y de vuelta al Mayoka. Pasamos la tarde sin hacer absolutamente nada más que leer, relajarnos y hacer vida contemplativa.

 Mirarnos el ombligo y nada más

 Mirar al lago plácidamente 
o remojarnos en él

Probamos la famosa (con todas las de la ley) tarta de chocolate que hacen fresca cada tarde. Nos dimos un baño y reposamos en la plataforma con los últimos rayos de sol, duchita y a cenar. Esa noche el bufet era de pizzas caseras en el horno tradicional. Por fin conocimos a una turista española (y de Zaragoza para más inri!), Celia y a su pareja Guy y nos contaron de su maravilloso año sabático del que quedaban aún más de un viaje que hacer. Los perros volvieron a darnos la noche (les gustamos demasiado), pero volvimos a reponer fuerzas con el señor desayuno y volvimos a nuestra playita, pero esta vez nos encontramos allí con mujeres y niños aseándose y lavando ropa. A la vuelta comimos (muy recomendable la comida thai que servían) y decidimos que era hora de salir del Mayoka, visitar y comprar cosas en Nkhata Bay. Nada más salir del lodge encuentras puestecitos con suvenires. En Malawi se trabaja muy bien la madera y después de ver todos los puestos, de comprar unas telas y un bolso nos fuimos a regatear nuestros regalos y recuerdos (nadie se ha quejado de su regalo). Además nos enseñaron a jugar al bao (sigo arrepintiéndome de no haberlo comprado). Noche de bufet: curry de pollo o veggie (para salirte la comida por la boca). Esa noche sí descansamos porque había otra tienda a nuestro lado, nuestra última noche en un trocito del paraíso. Pero al dormir en tienda, en cuanto sale el sol te tienes que levantar, y eso hicimos. A la mañana siguiente nos despedimos de los trabajadores del Mayoka, ya nos quedaban 3 lugares a los que ir en esta aventura, veíamos que se acercaba el día de marchar y no queríamos; y mucho menos después de esos 3 días. ¡Yo repito!

 El barco que no llegamos a coger 
(foto sacada de la web del Mayoka Village)

Señor de 81 años que vendía chocolatinas 
en el Mayoka, el hombre se dormía con facilidad 
y ahí se quedaba sin inmutarse de los 
ruidos de alrededor (foto sacada de internet)

Para más información de este maravilloso lugar: Mayoka Village

En la próxima entrega, la tercera y última aventura con elefantes.

13 de septiembre de 2012

ÉSTA (CACA) ES FRESCA Y MALA ELECCIÓN DEL VESTUARIO


Salimos de Mulanje con dirección al Parque Nacional de Liwonde. La idea inicial era dormir dentro del parque (acampar), pero desde hacía un tiempo el camping estaba cerrado y solo quedaba en el interior el Lodge de lujo (que permite acceder al Santuario de Rinocerontes) que no entraba en el presupuesto. Así que hay que retroceder un poco en la carretera y se encuentran otros dos sitios donde hospedarse, nosotros nos quedamos en el Liwonde Safari Park, construido hacía 9 meses y regentado por holandeses afincados en Sudáfrica.
El sitio es idílico, tiendas de lujo para el que las quiera, habitaciones compartidas o camping con equipo para barbacoa al lado. Por supuesto, elegimos camping! Pegados a unos matorrales que parecía que podían protegernos de algún animal si pasase por allí durante la noche. Además zona de restaurante y zona de bar-reading area-chill out. Por cierto, aquí se hacen intercambios de libros y préstamos (como en otros tantos sitios donde estuvimos, leímos).

Ajedrez de madera

Como llegamos a medio día decidimos hacer el walk por la tarde y la ruta en coche a la mañana siguiente. Pero antes una paradita en el mirador. 

 Una fotito juntos!

Desde el mirador

En sí, la ruta a pie no entra en los límites del parque (separados por una ridícula valla de alambre) salvo para ver un impresionante Baobab de 4000 años. En Liwonde la entrada al parque (o la ruta a pie) se hace con ranger pero sin arma, así que bien pegaditos al hombre que él sabrá lo que hay que hacer.
Baobab de 4000 años!

Durante la ruta vimos diversos animales, pues como siempre, todo tipo de antílopes y pumbas varios. Te enseñan los restos que han ido depositando los distintos animales para que sepas qué tipo de animales se encuentra por la zona. Los “depósitos” de elefante ya los teníamos más que vistos. Y nuestro guía de repente pisa uno de ellos, nos mira y nos dice: “It’s fresh”. Ilusos de nosotros, pensamos que iría hacia otro lado, pero no, buscó la manera de estar lo suficientemente lejos y a la vez cerca para ver al elefante que por allí merodeaba. Nos encontramos al elefante en cuestión a menos de 20m!! Comiendo, plácidamente. Los elefantes ven hasta unos 30 metros pero sin embargo, tienen muy buenas capacidades olfativas y auditivas. Nos vio, así que siguiendo al guía nos escondimos entre los matorrales en silencio. Afortunadamente el viento soplaba del elefante hacia nosotros, así que ya no nos veía y tampoco nos olía, pero podía oírnos, así que SILENCIO!
Como el elefante insistía en buscarnos salimos de allí. Una vez fuera el guía le dijo a N que una camiseta roja (la de la selección de fútbol de Angola) no era el vestuario ideal, pero que nunca ponen pegas a los turistas. Y es que el rojo, es un color muy llamativo entre la naturaleza, así que si vas a alguna cosa por el estilo ya sabes: NADA DE ROJO, por si acaso, mejor verdes, azules, marrones…
Volvimos a ver a otro elefante también muy cerca, en este caso sí que nos veía, pero estaba al otro lado del río y al parecer no podía cruzar por la profundidad (sinceramente no me dio mucha confianza esa explicación pero…).

Elefante al otro lado del río, ese estaba lejos

Liwonde fue el primer sitio donde coincidimos con turistas 3 chicos que llevaban 6 meses viajando por distintos países de África y 2 chicas, una de ellas vivía en Mozambique, que hacían lo mismo (todos ellos americanos). La conversación fue interesante y los consejos sobre nuestra siguiente parda (Cape MaClear), que ya habían visitado muy útiles. Y una duchita de agua caliente en un baño espectacular con parte al aire libre y los sonidos de la naturaleza… marco incomparable! (reservada una para mi casa).
¡Cómo no, la noche fue entretenida! Después de haber estado tan cerca de dos elefantes y de ver que alrededor de la tienda había también más “depósitos” de elefante (aunque secos) uno duerme de otra manera. Durante la noche oímos bastantes ruidos, no eran elefantes seguro (son animales muy grandes estos era ruidos menos “pesados”), pero eran ruidos al fin y al cabo. No sabemos si fue un pumba o qué, pero a la mañana siguiente un perro dormía plácidamente junto a la tienda (menos mal que por la mañana encontramos un perro).
Amanecimos temprano y nos fuimos a hacer la ruta en coche, esta vez sí entras en el parque (¡que no se hace responsable de los daños que puedan ocurrirte!). El día estaba horroroso, muchísimo viendo y bastante frío, así que vimos pocos animales. Volvimos a ver elefantes, el conductor se aseguró de estar bastante cerca de unos que comían entre los árboles. Más variedad de ciervos, no conseguimos ver búfalos, pero vimos una manada de 13 elefantes con un montón de crías de distintas edades. A éstos no nos acercamos, ya dijimos que podía ser muy peligroso así que mejor prevenir!

 Hay muchas crías, saca la foto no vaya a 
ser que vengan a visitarme!

 Las palmeras salen de la nada

Los elefantes de un lado a otro

Re-desayunar, recoger, despedirse y… próxima parada: Cape MaClear y Lake Malawi National Park!!!
PRETTY PINK FLOWER IS POISON

PD: Tenía que ponerlo, la tienda Bata está en cada esquina!