29 de enero de 2012

Cómo entrar al 2012 en Angola

Salimos de Tchitundo-Hulo pensando, ilusos de nosotros, que no tardaríamos mucho en llegar a la Hacienda donde debíamos quedarnos la noche del 31, suponíamos que estaba dentro del Parque Nacional de Bicuar. Pasamos por Namibe y si bien nuestra intención era visitar un poco la ciudad, menos mal que no lo hicimos. El tiempo se nos hecho encima casi sin saber cómo y cuando por fin B logró contactar con Doña Paula no nos aclaró demasiado el camino, solo que teníamos que llegar antes de las 5 porque cerraban el parque. ¡A correr! Cuando llegamos donde acababa la carretera y empezaba el camino de tierra, nos dicen que nos quedan unos 100km. ¡Imposible! Posible, posible. Efectivamente camino de arena (menos mal que llevábamos un coche bueno) y corriendo-corriendo sin apreciar nada del paisaje salvo que la vegetación era densa. Llegamos, por fin, ocupamos nuestras respectivas habitaciones y lo primero fue enterarnos de que:
1.- En el Parque Nacional no se podía entrar, ergo NO estábamos en el parque.
2.- La Fazenda cutre que esperábamos, no era tal.
3.- Pasaríamos dos noches en una reserva natural propiedad de alguien muy muy rico, que podía permitirse tener semejante capricho (dudamos sobre la rentabilidad del lugar).
Una vez la lección aprendida, nos fuimos en el camión a hacer una visita, todos menos J que reposó para romper la noche. Quedamos atónitos ante tanto animal, daba igual donde miraras; si no había cebras, había ñus y si no avestruces (como las bandas de perros callejeros en Buca, Soler ;D). 


 (de camino a la Fazenda 3N)
 (...y comenzaron los animales)













(ya dije que había muchos animales)

La cenita no estuvo mal, bebimos un poco y a esperar a que dieran las 12 (que no se dan las uvas de igual manera que en España, por eso de que somos muy ceremoniosos). Una vez dadas las doce, algo más de bebida y B a la cama. El pobre J, descansado se marchó pronto a la cama, sin ganas de dormir, y harto de las parejitas probablemente (lo cierto es que tampoco había mucha más vida, y los murciélagos ya se pasaron de volar bajo).



2012 llegó como cualquier otro día: piscinita, solecito, animales salvajes, Gin-tonics y Amarulas. Eso sí, cuando vuelva en verano repetimos el juego de los famosos. ¿Sabes cuál es? Ese que cada uno escribe un nombre de un famoso en un papel, luego se coge uno de esos papeles (que no sea el tuyo) y te lo pones en la frente. A base de preguntas de respuesta “sí” o “no” tienes que averiguar quién eres. La famosa de la discordia Sarah Jessica Parker, no diré más. Después de dos noches maravillosas, vuelta a Lubango y parada en el Cristo, avión y a casita (la de Luanda).

 (tan tirados como esto)

 (vista de Lubango desde el Cristo)

 (el famoso Cristo, replica del de Rio, pero más pequeño)

Los últimos 3 días de mi estancia en Angola fueron muy tranquilitos. Visitar el mercado de artesanía de Benfica, N al regateo (pero mucho mejor que en Pekín en cuanto a ambiente). Al final nos llevamos bastantes cosillas del mercado, incluido el regalo del amigo invisible. ¡Vaya apaño! Visitar el Bela Shopping más por necesidad que por placer. Comer al lado de la playita. 





(vistas desde el Club Náutico)

Y la víspera de Reyes cenita y amigo invisible. 





El día de Reyes cogí el avión de vuelta (el vuelo salía a las 23.40 y estábamos en el aeropuerto a las 19.00 ¡y no nos sobró tiempo!), se acabaron mis vacaciones; pero no las aventuras en tierras africanas. N sigue allí y yo (S) volveré antes de lo que parece.
Un beso enorme a todos y gracias por seguir esta pequeña aventura navideña que hemos ido dando en capítulos.
xOxO S&N

20 de enero de 2012

Visita a Lubango y Tchitundo-Hulo

Después de unos días en Luanda y de haber visitado Kissama, cogimos un avión y llegamos a Lubango, en la provincia de Huila, al suroeste del país. Nada más salir del aeropuerto encontramos a Beto, nuestro taxista particular en Lubango a partir de ese momento. Tras dejar las maletas en el hotel fuimos a Tunda-Vala. Se trata de una fisura volcánica a 1000m de una pradera verde. Pese a su macabro pasado (de ahí arrojaban a los criminales), estar allí arriba da tranquilidad, nada puede molestarte. Nada, salvo si tienes vértigo como mis dos acompañantes. Todo un circo. Y eso que debo decir que N se superó a sí mismo. El pobre J estaba temblando. El paisaje en sí es vertiginoso y además de fondo está la ciudad, una perspectiva totalmente distinta de la misma. 


 (imagina las vistas)

 (acercándonos al precipicio)

 (N ante la inmensidad)

(vista con Lubango de fondo)

Al llegar de vuelta al hotel decidimos ir a comer pero calculamos mal la distancia a pie, menos mal que era cuesta abajo. La subida fue otro cantar, después de una especie de plato de codillo con arroz y papas decidimos subirnos a un candongueiro. Ya conté más o menos como son lo candongueiros pero bueno; en éste J se subió en el asiendo del copiloto, N iba en la parte de atrás “espachurrado” contra otras personas y yo iba en el asiento del cobrador, con medio culo fuera del asiento, el cobrador de pie con el culo fuera de la candonga e inclinado sobre mí para poder sujetarse, ah, ¡y la puerta abierta! Afortunadamente de esa manera condujimos poco y en cuanto hubo hueco me mandaron atrás con N. Cada vez que entraba alguien se nos quedaba mirando como diciendo “Y estos, ¿qué hacen aquí?”

(estos son los candongueiros)


(y el zumito de guayaba en el hotel)

A la mañana siguiente, después del mega-desayuno y ya con C y B cogimos el coche y nos dirigimos a las Cataratas de Hungeria. Pero antes paramos para ver el mirador de la Sierra de Leba, ojito con la carretera de la sierra, todo un espectáculo. 


 (catarata en el lateral derecho de la Sierra de Leba)

 (the world and I)

 (a mitad de camino, mientras subíamos un camión parado...)

(desde el mirador de la Sierra)

El caminito hacia Hungeria es para tomárselo “con las calmas”, llega un momento en que apenas cabe el coche. Y si además te confundes y tienes que retroceder… Bueno el caso es que llegamos, y lo primero era ir a ver las cataratas. Apareció Nohine, un lugareño, y nos acompañó a verlas, no entendía por qué nos íbamos a quedar a acampar por allí (vaya noche de ruidos con los monos). Las cataratas preciosas y a la mañana siguiente junto con Nohine encontraron otras aún más espectaculares, yo me quedé a mitad de camino. Luego un bañito en la poza (los chicos, nosotras consideramos la temperatura). A media mañana a recoger y camino de Tchitundo-Hulo pasando por Virei.

 (el riachuelo que descendía de la catarata)

 (la primera catarata)

 (zona de asentamiento)

 (nuestra hoguerita y sus sillas)

 (subiendo a la segunda catarata)

 (y llegamos)

 (vistas de la caminata)




Tras muchas horas de coche paramos en Virei, y mientras lográbamos hablar con la administradora, comimos en una caseta del pueblo, llena de habitantes de la zona y de algunos miembros de una tribu que alucinaban viendo a 5 blancos comiendo allí con ellos. Y cuando pensábamos que ya todo quedaba cerca, que podríamos ver las pinturas rupestres y volver a Namibe a dormir tranquilamente, resultó que no. Para llegar a las pinturas no había señalización alguna y tampoco un camino propiamente dicho. Las explicaciones que nos dieron: “Sigues por este camino, dejas la montaña a la derecha y coges todos los caminos de la izquierda.” ¡Mentira! O desde luego, les falto algún otro punto porque casi se nos hace de noche y tuvimos que volver al pueblo a que alguien nos ayudara parte del camino (y ni con esas las encontramos). Subimos a una montaña que pensamos que podría ser la acertada y las vistas maravillosas pero ni rastro de las pinturas propiamente dichas. Cuando ya bajamos dispuestos a acampar donde fuera, encontramos a nuestro salvador Kihimu, miembro de los mucubais. Sin hablar portugués logramos que nos indicara donde estaban las pinturas, y que se subiera en el coche para indicarnos exactamente cómo llegar. Una vez allí, nos acompañó hasta ver las pinturas y como ya anochecía le acercamos hasta donde tenían asentado su poblado. 


 (macacos de camino a encontrar las pinturas)



 (20000 años de antigüedad)

 (vistas desde Tchitundo-Hulo)



(y la vista panorámica)

Las indicaciones nos las iba diciendo él, traducción: sacaba la mano indicando por donde tenía que torcer y decía “MM”. Acampamos por allí, alejados pero nos encontraron y compartimos la poca cena que teníamos (la pasta que teníamos pensado cenar se la comió algún bicho) con Kihimu y otros 4 mucubais e intentamos tener alguna conversación. Nos quedó claro que: tenían vacas, que no les cuadraba que fuéramos 2 chicas y 3 chicos y que fuego se dice mullida o mullila; arena, jeque y agua… ya no me acuerdo. A la mañana siguiente nos esperaban las mujeres mucubais, de ellas no sacamos ningún nombre eso sí, encendieron el fuego que N no conseguía y probaron el zumo y las cookies que llevábamos. Una experiencia indescriptible e irrepetible. Cuando salimos de allí pasamos por Namibe y nos dirigimos a la Hacienda donde íbamos a pasar fin de año, pero eso es otra historia. 





(distintas tribus, principalmente en Virei)