14 de marzo de 2012

Huambo, Morro de Moco y tres en una moto

Bastante olvidado tengo esto de contar mis aventuras por Angola. El último de los viajes en el que me embarque fue para el puente de Carnaval. Aquí, el día de Carnaval es fiesta nacional. Así que con 4 días por delante decidimos poner rumbo a Huambo, una de las provincias y ciudad con el mismo nombre al sur de Luanda y de las más castigadas durante los años de guerra. Un simple paseo por la zona baixa de la ciudad te deja ver numerosos edificios aún con agujeros de bala y de obuses.

Llegamos allí a media tarde del sábado, y después de recuperar fuerzas en una cafetería algunos amigos que viven allí nos hicieron un recorrido exprés por la ciudad. Aunque parte de la misma está muy destrozada, guarda un gran encanto con sus casas coloniales portuguesas. Ni que decir tiene que la confusao y el caos que reinan en Luanda no se observan en Huambo.

Esa misma noche asistimos al que hasta ahora es mi record de espera en un restaurante, aunque aquí en Angola nunca se sabe si alguien lo superará. Aconsejados por nuestros amigos, preguntamos al camarero que platos tenía que realmente pudieran salir rápido. El tío fue a preguntar a la cocina y muy convencido nos dice que la picanha y el bitoque los podemos pedir sin reocupación que salen pronto. -Pues bien, entonces van a ser 9 picanhas y un bitoque- Después de 45 minutos el amigo aparece y nos dice que infelizmente, solo hay picanha para uno. El desenlace fue que después de 2 horas y 20 minutos conseguimos cenar algún plato distinto de lo que habíamos pedido inicialmente.

El domingo, después de un buen desayuno en una cafetería del centro fuimos a ver el desfile del Carnaval Infantil. Los pobres chiquillos estaban ahí en mitad de la calle durante horas con un calor infernal, pero más felices que nadie danzando y cantando. De ahí nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad y a ver la casa de Sabimbi.

Sabimbi fue el líder de la Unita bando que perdió la guerra a favor del MPLA, que aún se encuentra al frente del gobierno. Se trata de una casa enorme que la mayoría de la gente local no quiere o no se atreve a pisar que está totalmente reventada a causa de los ataques que sufrió. Pero allí dentro nos encontramos con un rastafarí muy simpático que había ocupado la casa y vendía algo de artesanía. Después de comer, fuimos a visitar unas piedras y un paisaje bastante impresionante a las afueras de la ciudad. Las vistas del atardecer desde allí son preciosas.






El lunes, llegó el plato fuerte del viaje. Subir al punto más alto de Angola, el Morro de Moco. Son 2678 metros de altitud. Para ello tuvimos que llegar a una aldea bastante perdida de la civilización, buscar al Cota (responsable civil de la zona) y pedirle permiso para subir. Además de ser muy respetuosos y de todas las buenas maneras se llevó más de 10 latas de refresco y cervezas y 1000kz (10$). A partir de ahí 4 “guías” de la aldea nos acompañaron en nuestra caminata monte a través, porque lo que se dice camino, no había. Al poco tiempo uno de mis compañeros de viaje y conductor causó baja y dio media vuelta.

El resto continuamos hasta el final. El paisaje es espectacular y la caminata no es muy dura, salvo por la falta de camino y tener que atravesar por mitad del mato. En total fueron 5 horas entre la subida y la bajada. Una vez llegamos a la aldea, nuestra sorpresa fue que nuestro compañero decidió salir con el coche a visitar un pueblo “cercano” y nos toco esperar 2 horas en una de las humildes casas de adobe de los aldeanos. Al ver que no aparecía y como no había cobertura, decidí salir con uno de nuestros guías en su moto al punto más cercano donde tuviera cobertura para poder llamarle. Tras 15 minutos en moto por unos caminos del infierno el tío me dice: “Ponte justo ahí y llama” y era cierto, ni un paso más a la derecha ni uno más a la izquierda, sólo ahí, tenia cobertura. Mala suerte que la contraparte no estaba operativa. Así que vuelta a la Aldea por los caminos del infierno.

Ya preocupados, decidimos salir de la aldea como fuera pensando en encontrarnos a nuestro compañero de camino o atascado en algún buraco. Después de negociar un precio con nuestros amigos aldeanos, nos montamos en sus motos. Yo con mi amigo de la cobertura y los otros dos juntos en una moto con el conductor, tres en una moto!! Situación bastante cómica (no en el momento), lástima que mi cámara se hubiera quedado en el coche y no haya un recuerdo fotográfico. Y así en moto y a lo loco, a mitad de camino nos encontramos con él.

Después de lo cansado del día decidimos que acampar no era una buena opción y decidimos buscar algún hotel más o menos decente en un pueblo llamado Altoama. Que según me informó uno de mis compañeros de viaje, en los últimos meses casi 20 personas han muerto en este pueblo por disputas políticas. Pero el cansancio, el hambre, las ganas de ducharme y de una cama superaron lo intranquilizador de estos hechos y allí que nos quedamos. El martes sanos y salvos, y tras 9 horas de viaje de vuelta, llegamos a Luanda.

Desde entonces mi vida ha consistido en trabajar y salir un poco de fiesta los fines de semana. Lo único remarcable ha sido mi vuelta a las piscinas con el Club Natación 1º de Agosto de Luanda. A partir de mañana, día 15 de marzo, comienzo el Campeonato Nacional Absoluto de Angola. Ya os contaré como salió. Besos y Abrazos. Luchen por ser felices!