Si entras en el colegio, probablemente te sorprenda, cosiste en dos aulas, una cocina que tiene un fregadero, un estante y un hornillo de carbón, platos y vasos de plástico (la única que tiene tenedor soy yo hasta que empiece a comer con las manos).
Las aulas tienen sus mesas y sillas, tenemos folios, libretas, lápices y libros para dar clase. Pese a que tenemos todas estas cosas, las aulas parecen vacías. Se respira ese aire que te dice que es una escuela a base de voluntarios y una maestra sin titulación con ganas de aprender (de hecho quiere formarse para ser profesora de educación especial). Pero si me paro realmente a pensar, como alumna, no creo que en mis clases necesitasemos mucho más, aunque probablemente tenía muchísimo más.
¿Nos hace falta mucho más para aprender? Pues el aprendizaje es una conducta social así que personas dispuestas a aprender. Y digo personas, no alumnos ni profesoras/es. Cierto es que parece que si hay un adulto intermediando el aprendizaje parece que es más formal, pero... En una charla de la plataforma TED (no recuerdo exactamente cual), un profesor universitario indio dejó en una barriada pobre un ordenador que sobresalía de la pared (como un cajero automático) en él había información a nivel universitario de biología molecular (si no recuerdo mal). Para no enrollarme, el resultado era que esos niños y niñas que sabían leer pero no sabían nada de biología molecular, terminaron adquiriendo todos esos conocimientos a la perfección simplemente por su curiosidad y su acercamiento a la información como un juego (por supuesto, estos conocimientos no les eran muy útiles en su vida diara, pero...). Quiero decir, lo que realmente nos hace falta es curiosidad.
Me ha quedado claro que mis alumnos y alumnas son curiosos, de momento ya saben dónde está España y dónde quedan las maravillosas islas Canarias entre otras cosas.
Otra de las cosas que tenemos son las ganas de aprender y de crear (algo que se suele limitar mucho por aquí), y como tenemos parte del temario terminado, me siento con la total libertad de darle una vuelta de tuerca a las clases, y a ellos parece que les encanta. De esta manera ponemos a trabajar otras habilidades que necesitamos potenciar.
De momento, una de las niñas ha arreglado sus cholas (chancletas) con una bolsa de plástico en lugar de hilo.
Y ahora empiezan las vacaciones...
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