15 de noviembre de 2011

Viaje a Benguela: un traficante y un prostíbulo

Parece ser que al final la mayoría de los planes y viajes que llevo hechos se tornan en una aventura un tanto surrealista. En este caso, nos pasó de todo. El día 11 de noviembre es el Día de la Independencia de Angola y por tanto festivo. Teníamos ante nosotros tres días que aprovechar, así que el viernes, bien temprano, nos pusimos en marcha rumbo a Benguela, que es la segunda ciudad más importante del país después de Luanda y está a unas 6 horas de coche hacia el sur. El viaje hasta allí no se me hizo nada pesado, iba admirando los distintos paisajes y pueblos que atravesamos.

  



Una vez llegamos a Benguela, estuvimos esperando a un amigo de un amigo. Un tipo cubano que nos iba a dar alojamiento la noche del sábado en su nuevo “hotel”, aún sin abrir.  Estuvimos esperando tranquilamente tomando unos finhos (cerveza de barril) y disfrutando de la playa y de la ciudad, totalmente distinta a Luanda. Allí todo parecía más tranquilo, menos caótico, menos sucio… La verdad es que me gustó mucho. Una vez que apareció el cubano, con su Hummer con ruedas “de postureo”, pusimos rumbo a la playa donde íbamos a acampar la primera noche por una serie de caminos de tierra durante dos horas.

A mitad de camino nos cruzamos con un “pobre” señor que hacía autostop ahí en mitad de la nada. Decidimos recogerle y llevarle hasta donde coincidieran nuestros caminos. Le vamos preguntado qué hace, qué le trae por esos caminos… Y nos cuenta esta historia: llevo andando 1 día y me quedan otros dos hasta llegar a Namibe (al sur de Angola) que voy a comprar estupefacientes (creemos que se refería a marihuana) para vendérselos a los pescadores en Benguela. Duermo al lado del camino. Con lo que venda creo que sacaré 500.000Kz (5000 dólares). El bueno de Guillerminho….










Después del traficante, el Hummer reventó una rueda por no ir con los neumáticos que debía. Un par de coches nos quedamos para ayudar y otros tres fueron adelantándose a la playa para ir haciendo la barbacoa. Una vez llegamos a la playa, la falta de conocimiento, hace que se nos queden atrapados los coches en la arena, así que nos ponemos a empujar. Nos ayudaron los del grupo que se había adelantado que tenían más idea... Había que deshinchar algo las ruedas y con la tracción ya fue perfecto. Pero eso nos costó casi una hora. Menos mal que allí nos estaba esperando un lechón que estaban asando. La noche fue genial. Y mejor aún cuando te levantas y nada más salir de la tienda ves la playa y te das un bañito.



Después de todo el día en la playa nos fuimos para Benguela. Llegamos directamente para cenar en el restaurante donde habíamos reservado. Pedimos un plato típico brasileño para todos. Se trata de una caldera de marisco que se acompaña con arroz que esta increíblemente bueno. Con el estomago lleno, fuimos al hotel del cubano que realmente va a ser un puticlub con 16 habitaciones y un bar con dos barras americanas. Estaba todo a estrenar, hasta los colchones estaban aún con el plástico.  En unos meses no quiero saber qué habrá por allí, además de unas chicas brasileñas que regenten el lugar. El caso es que nos salió gratis y nos solucionó la noche.

El camino de vuelta fue un poco duro pero fuimos parando en distintos sitios que merecía la pena ver. Un reducto a la entrada de Lobito (ciudad cerca de Benguela), el río Katumbela, donde dicen que hay cocodrilos (no los vimos) y unas cataratas cerca de Sumbe. Os dejo una muestra de todo ello para despedirme. Luchen por ser felices.












5 de noviembre de 2011

Noches de Luanda


Solo llevo un mes aquí y he de decir que no ha habido fin de semana que no me lo haya pasado genial, ya sea de acampada, como ya os he contado o saliendo de marcha por la ciudad. Me quedan muchos garitos que visitar, pero por ahora el que se lleva la palma es el Elinga (no se si se escribe así exactamente).

El susodicho sitio está situado por el centro de la ciudad, cerca de la Marginal, una de las avenidas principales, en un edificio un tanto decrépito por fuera pero lleno de ambiente por dentro. Digo también ambiente porque me da la impresión que gays y lesbianas frecuentan bastante el local, y me da que en este país todavía no está muy bien visto que digamos.
 
Sin ir más lejos ayer fue una de esas noches en las que vuelves a casa orgulloso de la fiesta que te has pegado. Después de cenar en la villa, en la terraza de la casa de María, unas fajitas del KFF (Kentuky Fried Frango, imitación del KFC, regentado por unos libaneses), partimos rumbo al casino de un hotel. Me paso la primera hora analizando y intentando enterarme de las reglas básicas del black jack (juego sencillo, pero yo era más de 7 y media con mi abuela cuando era pequeño). Al final  me decido a cambiar 40 dólares (la apuesta mínima eran 10) pensando que en menos de 5 minutos me iba a levantar de la silla. Pero no, la cosa fue bien y salí de allí con 110 dólares tras 45 minutos. Mencionar que en el tiempo que estás allí puedes beber y comer sándwich todos los que quieras que son gratis. De allí partimos para el Elinga, la música es un poco durilla al principio pero terminas pegándote un fiestón increíble. Eso sí, las copas son auténtico matarratas, de verdad. Así ayer tras dos noches de prueba y error me pasé a las cervezas. Sabia elección.

Una mención especial se merece el fin de semana pasado. El sábado se organizaba una competición de kitesurf internacional en un pequeño islote cerca de Musulo (una isla enfrente de Luanda donde los ricos tienen sus casitas de fin de semana). El día pintaba cada vez mejor, mucha gente, buen rollo, cerveza gratis, y por la noche un pibe pinchando. Que más se puede pedir que estar en una isla en mitad de África a las 12 de la noche en bañador y de fiesta. Pero no, para 4 de nosotros eso no fue suficiente al parecer, ya que a eso de las 2 nos pasan la información de que en Cabo Ledo (a una hora de allí) hay una rave en la playa. Pues allí que vamos. Cuando estamos llegando un ruido metálico nos sorprende, paramos el coche, algo no está bien ahí debajo. A todo esto se para un señor de unos 60 años y nos ofrece su ayuda, se mete en el coche y sale con la bomba del aire acondicionado en la mano, con dos cojones!!! No pude sino inmortalizar el momento, al igual que él que fue corriendo a su coche a por su cámara de fotos. De la rave no había ni rastro, así que nos toco dormir apretados en el coche y al día siguiente volver resignados a para casa. En fin, había que intentarlo, y como dice un amigo por aquí “quién no arriesga no gana”, esta vez perdimos.


Por último, otro día mítico, fue el segundo domingo que estuvimos por aquí. Nos proponen ir a un sitio en la Ihla que se llama Tamariz. Hay que armarse de paciencia para llegar a la Ihla los fines de semana por que está todo en obras y puedes tardar perfectamente hora y media en entrar y otra hora y media en salir. El caso es que llegamos allí, y entras en restaurante-terraza mirando al mar donde empiezan pinchando chill -out a eso de las 5 de la tarde (aquí a sobre las 18.15 es de noche). La tarde se fue animando, hasta acabar en una autentica fiesta. Aquí os dejo unos videos que dan fe de ello para despedirme. Besos y abrazos para todos. Y sigan luchando por ser felices.

Un domingo cualquiera, 18h

Un domingo cualquiera 19h