24 de octubre de 2011

Por que cuando el día sale mal, la cena puede ser estupenda...

Después de un día asqueroso: la primera lluvia de la temporada, un poco de trabajo duro, despedida de J y un examen mañana; llegar a casa y ponerme hacer la cena, pensar que también va a salir mal y sin embargo tener un resultado riquísimo no tiene precio. 

Lo primero que he hecho eran unos berberechos a la marinera tailandesa pero como me faltaba algún ingrediente lo he versionado, lo dicho, el resultado exquisito!

Berberechos versionados:
Ingredientes:
1k de berberechos
1 cebolla
2 dientes de ajo
1 chorrito de salsa de pescado
1 lima (el zumo)
2 pimientas de cayena (si te gusta picantito)
Jengibre en polvo (si lo tienes en trozo es cuestión de rallarlo)
250m de vino blanco
Aceite de oliva

Elaboración:
Pelar y picar la cebolla. 
Pelar y picar los ajos. 
Exprimir la lima. 
Rehogar la cebolla a fuego medio unos 10 minutos sin que se queme.
Añadir el ajo y la pimienta y rehogar un par de minutos más.
Añadir y mezclar el jengibre, el vino, la salsa de pescado y el zumo de lima, subir el fuego para que hierva, tapar y reducir un minuto.
Añadir los berberechos.
Remover y dejar tapado 5 minutos para que quede con salsita!
Se puede decorar con cilantro.


Por otro lado, el postre, jejeje. Esta tampoco fue al pie de la letra

Crema de frutas del bosque:
Ingredientes:
250g de mascarpone
Algo de nata líquida.
Zumo de una lima
Chocolate del 85% o solo chocolate
1 caja de frutos del bosque congelada
Miel

Elaboración:
Triturarlas frutas del bosque con el zumo de lima. 
En un bol, poner el mascarpone, con un chorro de nata y algo de miel.
Mezclar y batir con las varillas para que esponje (así que no poner mucha nata que se quedará muy líquido).
Mezclar poco a poco los frutos del bosque y dejar en la nevera.
A la hora de servir, rallar el chocolate y espolvorear.


23 de octubre de 2011

Diario de una motocicleta


Mañana empieza mi tercera semana en Luanda. Cada día me voy encontrando más a gusto aquí. El tema del transporte parece que se va a solucionar esta misma semana. Y digo parece, porque aquí, que te digan “si si mañana sin falta” o “si, a las 9 en punto”, no puedes creerlo al 100%. El caso que me he comprado una moto. Nada del otro mundo, una moto china, marca Jingu, que en los papeles dice que es de 50cc pero es de 125cc con marchas. En fin, que después de visitar varias tiendas, me decidí y pagué 830 dolares y para casa. Eso fue hace 9 días. Después, contactamos con el logista de la oficina de cooperación y el nos está arreglando los papeles y la matricula. Así que espero, que a partir del martes, pueda ir al curro en moto y evitar los grandes engarrafamentos de esta ciudad. Además, podré tener la libertad de no depender de nadie y poder ir al centro o a la villa en el momento que yo quiera. Lo próximo será comprarse un coche, con mis otros dos compañeros para poder viajar los fines de semana y para movernos por las noches de Luanda. Se puede ir con moto, pero se recomienda por seguridad que se vaya en coche por las noches.

La seguridad. Ese era otro tema del que quería hablar. Desde que estoy aquí la verdad que en ningún momento me he sentido inseguro o en peligro. Si bien es cierto, que se debe cambiar el chip. De vez en cuando escuchas a algún conocido que le han atracado. Sin ir más lejos, el otro día a una amiga y a un amigo, al salir del gym les atracaron a punta de pistola. No hay que ponerse nervioso, se les da lo que pidan y ya está, no se suelen poner agresivos. Es por ello que por la noche hay que estar un poco más atento, dejar el coche cerca de donde hayas ido y subir rápido y cerrar las puertas. Si se es prudente, no tiene por que pasar nada, y si pasa tomárselo con filosofía.

Por último quería dar una pincelada gastronómica. Todas las veces que hemos salido a cenar, la verdad que han sido un acierto. Hasta mi primera cena que fue en un chino, jajaja. Aquí el pescado es espectacular. Ayer mismo, me cene un pargo a la parrilla increíble en un restaurante que a primera vista parecía un poco cutre. De entrante nos pusieron unos chocos fritos que quitaban el hipo. La pena que no me llevé la cámara y no pude inmortalizar el momento. Pero os dejo la foto de otro plato que también me gusto mucho en un restaurante al lado de la oficina. Realmente no se qué pez era, pero nos lo sirvieron enrollado y relleno de unos langostinos, acompañado de arroz y algo parecido a unas espinacas. Muy rico.


Bueno, un placer seguiros contando mi vida en Luanda. La próxima os hablaré de las noches de Luanda. Luchen por ser felices.

13 de octubre de 2011

Primer fin de semana. Acampada en Cabo Ledo.


Como ya dije en la anterior entrada del blog, la gente de la villa se está portando genial con nosotros. Prueba de ello es que nuestro primer fin de semana, lo pasamos de acampada en la playa de Os Surfistas en Cabo Ledo, a unos 100 km de Luanda. Coincidía con la despedida de José y Mikel, dos chicos que ya se vuelven para España.


Así que, el viernes por la tarde, además de conseguir hacer una compra más que decente en el Kero (el Carrefour de Angola) nos pateamos media ciudad para encontrar una tienda de campaña que nos permitiera refugiarnos durante el fin de semana, con la incombustible compañía de Raúl (nuestro motorista angolano). Al final la encontramos en un garaje que nos abrieron por la parte de atrás en una calle totalmente a oscuras y lo mejor de todo es que entre los barrotes apareció una china chapurreando portugués. Totalmente surrealista.

La playa y las vistas desde el acantilado son increíbles. La verdad es que los angolanos no acostumbran a ir a esa playa, así que casi todo el mundo que encuentras allí son portugueses, brasileiros o españoles. También había unos chinos haciendo surf. Así que llegamos allí, plantamos nuestras tiendas de campaña, nuestro chiringuito y empezamos a encender las brasas en la misma playa.

La comida, no pudo estar mejor. Aquí es un clásico las picañas y los lombiños, básicamente un buen trozo de carne que se va haciendo poco a poco al calor de las brasas, casi siempre por el lado donde tiene toda la capa de grasa. Simplemente exquisito. Ya hemos decidido que vamos a hacernos con unos cuantos kilos de esa carne, que te la venden congelada y vamos a darle dura a la barbacoa que tenemos en el patio de atrás. Pues así transcurrió el día, luego por la noche no faltaron las copas y la diversión.

A la mañana siguiente, la sensación de despertarte, salir de la tienda y ver el océano atlántico delante de ti, no está nada mal. El domingo pasamos todo el día allí (aquí anochece a las 6 de la tarde) y después de pelearnos un buen rato con la tienda para poder cerrarla, pusimos rumbo de nuevo a la urbe. En el camino de vuelta paramos en el Miradouro da Lua en el que se ve un “paisaje lunar”, esculpido por la acción del viento en las rocas. Como era de esperar el atasco de vuelta fue como los míticos que salen en las noticias de Valencia-Madrid, pero con la curiosidad de que la mitad de la gente se dedico a hacer un carril extra en una carretera de doble sentido.

La valoración final del fin de semana fue más que optima, buen sitio, buena comida y sobretodo buena compañía. Besos y abrazos para todos, luchen por ser felices.


11 de octubre de 2011

Todo es empezar

Engarrafamento creo que va a ser la palabra más sonada durante todo el año. Y es que lo de Luanda no son atascos normales, esto es el caos. Coches por todos sitios, sin respetar ninguna norma de seguridad vial, tocando la bocina y atravesándose, toda una aventura que cada mañana me tocara sufrir durante un año. Hacer 10 kilómetros, supone al menos una hora en coche, pero en fin habrá que pelearlo y terminare comprándome una moto.

Tras casi una semana aquí, mis primeras impresiones son bastante buenas. Es cierto que la ciudad no es bonita, al menos lo poco que conozco de ella hasta ahora, que es poco. Aquí el tema de tener coche o moto es totalmente imprescindible, si no eres dependiente de que alguno de tus vecinos en la villa salga o vuelva a la misma hora que tu. También es cierto que toda la gente que por ahora hemos conocido se está portando genial con nosotros.

En la oficina por ahora el trabajo es muy light y básicamente estamos aprendiendo cómo funcionan las cosas. La gente allí también nos está tratando de lujo. Mención especial a Beto, conductor de la oficina y su hermano Raúl, que también nos han ayudado estos primeros días y nos han acompañado en nuestras primeras compras. La primera de ellas por cierto desastrosa, tres tíos licenciados y con un máster del universo, y salimos del supermercado sin agua mineral (aunque el agua es potable, sabe a rayos) ni papel higiénico, eso sí una caja de cervezas no se nos olvidó, además de la marca Sagres, que tan buenos momentos nos dio a Álvaro, a Soler y a mi durante nuestro viaje a Portugal cuando acabamos el máster en julio.

La casa no está mal, pero necesitamos hacerla algo más habitable, comprar algunos muebles para el salón, posiblemente una tele y sobre todo solucionar un problemilla de cucarachas en la cocina, que por más trampas y más spray que echamos no quieren irse. Y el resto de la villa donde estamos es genial. Tenemos una pista de padel, que al segundo día ya estábamos echando un partidillo, una de tenis, mesa de pingpong, y una cancha de futbol sala y baloncesto, que también hemos probado. Y sobre todo la piscina, que aunque no es muy grande espero darle bastante uso durante el año y ponerme algo en forma que ya toca.

En la próxima entrada os contaré nuestro primer fin de semana que lo pasamos fuera de la ciudad acampando. Besos y abrazos para cualquiera de vosotros que haya conseguido leer hasta el final.

3 de octubre de 2011

No queda si no batirse

“No queda sino batirse” le dijo el gran Don Francisco de Quevedo al Capitán Alatriste. Con esta épica frase comienza la serie de “algo mais do que Angola”. En mi caso ya no queda sino partir, tras varios días de despedidas y nervios y cargado de energía e ilusión, hoy comienza mi viaje a Angola.

Durante los próximos doce meses,  “I do what i want to” se vuelve internacional. Además de todo lo que se nos ocurra contar desde Madrid, dedicaremos una serie de entradas con las experiencias y anécdotas que vayan sucediendo durante mi estancia en la ciudad de Luanda.

Tras 500 años de dominio portugués y 27 años de guerra civil, en la que tanto Yanquis como Rusquis (ayudados por los cubanos) se dedicaron a financiar a los dos bandos y usaron el país como su tablero de juego de la Guerra Fría, Angola trata de abrirse paso y superar las heridas sufridas. Como muchos otros países en desarrollo, cuenta con suficientes materias primas como para despegar y dejar atrás la pobreza en la que viven una gran parte de su población. Y como muchos otros países en desarrollo, un sistema político y administrativo corrupto dirige el país (Según el Índice de Percepción de la Corrupción que la organización Transparencia Internacional elabora cada año, Angola se sitúa en la posición 158 de 180 países analizados).

Actualmente, de Angola se dicen muchas cosas, que si todavía es un país peligroso, que si Luanda, su capital, es muy cara – según la consultora Mercer, se trata de la ciudad más cara del mundo para expatriados-, que todo está todavía por hacer… Se trata de un país por descubrir, casi sin turismo occidental (por ahora son las multinacionales las que intentan instalarse en el país) que combina paisajes de ensueño y vida salvaje por igual (cuenta con las terceras cataratas más grandes de todo África).

Pues bien, tengo un año entero para confirmar que hay de cierto en todo eso que se dice y descubrir todo lo que el continente Africano me ofrezca. Y desde aquí intentaré manteneros informados de esta magnífica aventura. Y es que, como decía Boris (Oscar Jaenada) frente a la tumba de su padre, en la película Días Azules, “Me voy… Si, si, y ya verás me va a ir de puta madre”, así me siento yo.